Persiana Americana blog

jueves, mayo 04, 2006

INDIO PICARO

MADE IN CHILE

Provoca estruendosas carcajadas, tímidas sonrisas y hasta ruboriza y molesta a los defensores del pudor y la moralidad. Basta simplemente con levantar su faldón articulado para que despliegue - ¡oh, sorpresa!- su oculto secreto. Su impúdica fama ha trascendido a tal punto que hasta el ex vicepresidente de Estados Unidos, Dan Quayle, compró un par de ellos cuando vino a la transmisión del mando presidencial, en 1990, lo que hizo sonrojar a algunas mujeres de la comitiva.
El muñeco tiene cierta ingenua apariencia, siempre que no se le mueva. Es una de las artesanías más vendidas en el mercado municipal de Temuco y desde ahí se ha extendido por cuanta feria existe en el país. Los hay de todos los tamaños y precios. Incluso, hasta figuras de su símil femenino.
¿De dónde salió? ¿Quién lo talló? ¿Cuál es la verdadera historia de este ícono mestizo generosamente masculino?
Tres son los culpables de esta creación, todos ellos artesanos que, casi por casualidad - hace veinte años- , tallaron por primera vez este controvertido muñeco.
Es obvio que nunca sospecharon que el exhibicionista indígena en cuestión terminaría transformándose en una verdadera mina de oro. Y todo partió de una simple broma.
El artesano autodidacto Jorge Medina Ramírez (44 años), que vive en medio de un bosque nativo en el sector Candelaria, al costado del camino al volcán Villarrica, recuerda que la figura fue copiada de un muñeco apache articulado. Este también ocultaba sus atributos, pero bajo un faldón de cuero y no de madera. Lo había traído su patrón, Ramiro Herrera, allá por 1980, de uno de sus viajes al extranjero. El, junto a sus amigos también artesanos autodidactos Camilo Valenzuela y Alejandro Olave, entonces habían sido contratados por Herrera como carpinteros para construir sus cabañas turísticas en el camino al volcán Villarrica.
Su patrón los desafió para que tallaran el modelito en madera con la idea de regalarlo a un amigo de Santiago. Herramientas en mano, los tres comenzaron a tallar la figura tal y como es conocido hasta ahora.
La broma del jefe tuvo rápida aceptación. Más tarde pidió le tallaran otras cinco figuras. Consiguió igual resultado entre sus amistades. El pedido después se amplió a diez. Y así sucesivamente. Tal fue el éxito que no demoraron ni cinco minutos en iniciar su fabricación en serie. Encargos no le faltan. Cuenta que en veinte años han modelado unas 50 mil unidades.
Trabaja a pedido y los entrega a comerciantes de ferias. Incluso, en algunos lugares cobran hasta cien pesos a los turistas sólo por levantar el faldón de gigantescos indios pícaros de hasta un metro de altura. Ahora tiene un primo hermano que es el Moai Picaro, buena ¿no?
Existen tambien severos detractores del engreído indio pícaro que opinan que su pícara fama obedece a ciertos criterios mercantilistas que guían a los comerciantes para obtener dinero fácil. Y acusa a los artesanos de fomentar la vulgaridad, en desmedro de la rica y variada herencia indígena. En fin hay hermosa artesanias mapuche pero este es solo un recuerdo tipico que gusta mucho al extranjero que viene a nuestro pais.

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